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Ocupación soviética de Europa Oriental (1944-1945)
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Ocupación soviética de Europa Oriental (1944-1945)
A partir de la derrota de Stalingrado y con la contraofensiva soviética, Stalin tomó la decisión de convertir la victoria final en el campo militar, en una victoria política que le permitiría dominar a los países de Europa Oriental.
A medida que las tropas del Ejército Rojo empujaban a los alemanes hacia el oeste y sus fuerzas se aproximaban a las fronteras de sus vecinos, los oficiales soviéticos informaban a sus soldados, todos los pormenores sobre los países que se aprestaban a invadir en su ruta hacia Alemania. Traspuestas las fronteras comenzaron a cambiar la señalización con nuevos letreros en caracteres cirílicos marcando la ruta hacia los países vecinos, desde Polonia, la ancestral enemiga de los rusos, hasta la Bulgaria que siempre tuvo simpatías por los soviéticos.
En las ciudades ocupadas, los lugareños recibían a los soldados soviéticos como amigos y liberadores, con grandes festejos que en buena parte eran organizados por los propagandistas soviéticos que marchaban, en primera fila, para preparar la recepción a las gloriosas tropas soviéticas. Las muestras de hospitalidad y las sonrisas eran en muchos casos forzadas por las circunstancias, pues detrás de ellas estaba siempre latente el temor de que se estaba gestando una nueva ocupación.
Los anticomunistas de Polonia, Rumania, Bulgaria y Hungría no ocultaban sus presentimientos y temores de que los rusos llegaban más como conquistadores, que como liberadores, decididos a conculcar sus creencias religiosas, sus costumbres, sus propiedades y el futuro político de sus naciones.
Yugoslavia
En la Yugoslavia de Tito los partisanos comunistas tenían sus temores y recelos contra los soviéticos y como consecuencia de ello el Mariscal Tito le advirtió claramente a Stalin que una vez expulsadas todas las tropas alemanas de Belgrado el Ejército Rojo tenía que marcharse del país. La advertencia no dejaba dudas que los yugoslavos estaban decididos a enfrentarse con las armas si fuera necesario. La ayuda anglo-americana había provisto de grandes cantidades de armamento a los partisanos y no sería difícil para Tito contar con el apoyo de esas potencias, si eso fuera necesario. Con más de medio millón de hombres en armas, las fuerzas de Tito eran lo suficientemente fuertes como para haber podido mantener atadas 10 divisiones alemanas en los últimos años. Con tan convincentes razones, las tropas soviéticas abandonaron el país una vez que los alemanes fueron expulsados de la capital. Una cosa tranquilizaba a Stalin: Tito mantendría el orden en la región con un régimen comunista implacable con sus enemigos y llegado el caso, sería una barrera formidable para un enfrentamiento con las potencias occidentales.
Polonia
La bienvenida a los rusos en Polonia fue marcada por la incapacidad de los polacos a resistir. La nación estaba postrada desde la invasión germano-soviética en 1939 y seis años después veían con pocas esperanzas de verdadera libertad, la llegada de los "liberadores". Sólo les quedaba a los polacos mantener una apariencia de "dignidad", aceptando "de buena gana" todas las exigencias rusas, sólo para evitar males mayores. Por supuesto, que el gobierno polaco en el exilio, cómodamente instalado en Londres no contó con el apoyo de las potencias occidentales y simplemente desapareció por inanición, si cabe la expresión. La URSS comenzó entonces una brutal persecución, con deportaciones masivas y el encarcelamiento de miles de personas que fueron enviadas a Siberia. Entre febrero y marzo, 20 mil mineros fueron deportados de Katowice a la URSS. El 28 de marzo de 1945, los líderes polacos intentaron conversar con las autoridades militares soviéticas, pero en vez de escucharlos, todos fueron enviados a Moscú donde fueron enjuiciados por crímenes de guerra. En abril de 1945, sólo en el Castillo Real de Dublín se encontraban encarcelados 8000 polacos y ese mes los rusos decretaron la pena de muerte por posesión de armas o por ayudar a los partisanos. Otros varios miles de polacos leales al Gobierno Polaco en el Exilio, en Londres, fueron asesinados y cuando menos 4000 fueron deportados a la URSS. No menos de 6000 ex miembros de las Fuerzas Armadas polacas fueron arrestados en Bialystok, maltratados, torturados y los que sobrevivieron fueron trasladados diariamente, a diversos lugares, hasta que se perdió su rastro.
En los demás países, donde no había una fuerza guerrillera importante y que no contaban con las facilidades de comunicación con las potencias occidentales, la influencia soviética fue rápida y decidida. Apenas los rusos cruzaban las fronteras ya estaban nombrando autoridades civiles pro-comunistas utilizando hombres que dócilmente aceptaran las instrucciones de Moscú. Así ocurrió en Polonia y Hungría donde no pasó mucho tiempo para que la población llegara a la conclusión de que los rusos habían llegado para quedarse por mucho tiempo.
Bulgaria y Rumania
En Bulgaria el 26 de agosto de 1944 el Partido Comunista Búlgaro convocó a un alzamiento armado contra los alemanes. El gobierno búlgaro se mantuvo leal a Alemania y sólo hizo un violento cambio de política en favor de los soviéticos cuando el victorioso Ejército Rojo se aproximaba a sus fronteras. El Coronel Kimon Georgiev Stoyanov asumió el cargo de Primer Ministro y ordenó detener a todos los ministros de Estado. El 5 de setiembre, la URSS declaró la guerra a Bulgaria y el día 8 comenzó la invasión ocupando los puertos de Varna y Burgas en el Mar Negro. Un día después las fuerzas soviéticas entraban en Sofía.
En Rumania, en agosto de 1944, el Ejército Rojo comenzó la invasión. El día 23 el Mariscal Antonescu fue detenido y se formó un gabinete de transición con el General Constantin Sanatescu como Primer Ministro. Paralizó las acciones militares y permitió que las tropas alemanas se retiraran libremente de Bulgaria. Sanatescu hizo esfuerzos por acercarse a las potencias occidentales, pero ante la presión de los comunistas y de Moscú se vio obligado a renunciar.
Los ciudadanos rumanos y búlgaros recibieron al Ejército Rojo con una mezcla de alegría y tristeza, pues en 1941 se plegaron a los alemanes recuperando territorios que antes les habían sido arrebatados por la URSS y nuevamente tenían que perderlos. Los rumanos hicieron esfuerzos por pactar una paz por separados con las potencias occidentales, pero por otro lado los búlgaros que recuperaron los Balcanes habían declarado la guerra a las potencias occidentales, pero no a la Unión Soviética.
Hungría y Austria
Hungría y Austria, otrora unidos en el Imperio Austro-Húngaro con gran temor esperaron la llegada del Ejército Rojo. Una vez que ocuparon Budapest en febrero de 1945, los rusos desataron una campaña de brutal persecución durante mes y medio que sólo sirvió para unir a los húngaros contra los conquistadores. En Austria, los rusos instaron a la población a alzarse en contra de las autoridades pro-alemanas, diciendo que los alemanes convertirían Viena en un reducto que dejaría la ciudad en ruinas. Eso no ocurrió pues los alemanes se retiraron de la ciudad para evitar lo que los rusos hubieran querido que ocurriera. Una vez que todas las fuerzas alemanas dejaron la ciudad, los vieneses se mantuvieron en sus casas y al llegar la fuerza soviética de ocupación el 13 de abril de 1945, encontraron las calles de Viena casi totalmente desiertas. No hubo festejos, ni recibimientos, menos flores o sonrisas. Fue anulado el Anschluss que anexó Austria a Alemania y fue nombrado Presidente de la República el doctor Karl Renner.
Checoslovaquia
En abril de 1944 fuerzas soviéticas y estadounidenses entraron en lso territorios que antes de la guerra formaron Checoslovaquia, según el acuerdo firmado en Postdam con la misión de expulsar a 3 millones de personas de ascendencia alemana. Fueron restablecidas las fronteras de 1938 excepto la Rutenia y los Carpatos, que fueron cedidos a la URSS y finalmente reunificado el país y reconstituido como la Tercera República. Al momento de la rendición de Alemania muchas fuerzas alemanas se encontraban todavía ocupando posiciones, en especial en el norte, en la zona de los Sudetes, Bohemia y Moravia. La persecución de los alemanes o descendientes de alemanes fue implacable y muchos miles de personas fueron asesinadas. Las tierras pertenecientes a familias de ascendencia ancestral alemana fueron distribuidas entre campesinos y las industrias alemanas fueron nacionalizadas. El Partido Comunista creció rápidamente y un sentimiento en contra de las potencias occidentales se agudizó obligando a la retirada de las fuerzas estadounidenses y al corte de la ayuda humanitaria. El país se mantuvo bajo el control militar soviético hasta 1946 cuando se realizaron elecciones que fueron ganadas por los comunistas.
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