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Operación Wikinger (22-06-1940)
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Operación Wikinger (22-06-1940)
A lo largo del conflicto la principal desventaja que tuvo la Kriegsmarine fue la falta de coordinación con la Luftwaffe y sobre todo de la carencia de una fuerza aeronaval (Marineflieger), que operara bajo el comando de la Kriegsmarine. El Comandante General de la Luftwaffe, Herman Göring, que presumía tener poder sobre todo lo que volaba, era reacio a poner a disposición de la Kriegsmarine las unidades que esa fuerza requería para exploración y cobertura aérea, tipo de operaciones que en el caso del Ejército de Tierra (Heeres) sí estaban coordinadas dentro del marco táctico de la Blitzkrieg.
Cuando la Luftwaffe brindaba apoyo a la Kriegsmarine lo hacía a través de una complicada y nada eficiente cadena de comando que comprometía el buen desarrollo tanto de las operaciones navales como las de las operaciones aéreas. Esa mala coordinación dio como resultado un inadecuado apoyo aéreo, mala cobertura y pérdida de vidas y equipo debido a fuego amigo.
Las primeras operaciones de la Kriegsmarine en el Atlántico fueron las realizadas por el Graf Spee, el Scharnhorst y los cruceros auxiliares, contra las flotas mercantes aliadas y el minado de las aguas en el Mar del Norte, tanto para la propia defensa de los puertos alemanes, como las ofensivas contra las costas británicas.
El minado de las aguas costeras alemanas estuvo a cargo torpederas, destructores, cruceros ligeros y hasta embarcaciones civiles convertidas para tal fin. Para el minado de las aguas enemigas, fueron empleados destructores que tenían una capacidad de 60 minas y operaban en escuadrillas de 2 a 4 naves. Estas operaciones fueron sorpresivas para los británicos, porque el Almirantazgo nunca intuyó la posibilidad de ese tipo de misiones realizadas por destructores, sino más bien por submarinos y aviones en operaciones nocturnas. Sin embargo desde octubre de 1939 hasta febrero de 1940, los destructores alemanes realizaron once de estas misiones que hundieron cerca de 80 buques mercantes aliados. Los vigías costeros británicos, cuando los detectaron, nunca sospecharon de "los destructores que patrullaban" las costas inglesas, pensando que eran naves de la Royal Navy en misiones de rutina y no buques alemanes sembrando de minas las costas británicas.
Operación Wikinger
En esos primeros meses de guerra, el Almirantazgo Británico ordenó la exploración de las costas alemanas para verificar el estado de las defensas incluyendo las zonas minadas y para ello envió barcos pesqueros con el apoyo de submarinos. Las patrullas de la Luftwaffe sospechaban, que esos barcos aparentemente en faenas de pesca en realidad realizaban misiones militares y en alguna oportunidad hasta descubrieron submarinos en las cercanías de esas naves. La Kriegsmarine decidió implementar la Operación Wikinger para interceptar los barcos pesqueros el día 22 de febrero de 1940, empleando la 1ª Flotilla de Destructores con base en Wilhelmshaven, compuesta por los buques Z-16 Friedrich Eckoldt (Comandante Berger), Z-4 Richard Beitzen, Z-13 Erich Koellner, Z-6 Theodor Riedel, Z-3 Max Schulz y Z-1 Lebercht Maas.
A mediados de febrero de 1940 la Kriegsmarine solicitó el apoyo aéreo de la Luftwaffe para investigar actividad pesquera en el área del Banco Dogger donde fueron detectados los barcos pesqueros sospechosos. Coincidencialmente, la Luftwaffe le ordenó a la X Fliegerkorps, realizar misiones de reconocimiento en el área solicitada e interdicción en las costas británicas. El día anterior a la Operación Wikinger, la X Fliegerkorps dispuso la exploración e interdicción con dos escuadrones de bombarderos medianos Heinkel He 111 pertenecientes al grupo KG26, de la costa inglesa desde las Islas Orkney hasta el estuario del Támesis. La orden incluía atacar cualquier buque que se encontrara en el área de operaciones, pero explícitamente prohibía el ataque a naves fuera del área marcada para las operaciones. El día 22 de febrero de 1940, a la hora establecida temprano en la mañana, los bombarderos medianos He 111 no pudieron despegar por problemas climáticos y el vuelo fue cancelado hasta las primeras horas de la tarde cuando el tiempo mejoró y se dio luz verde para la misión.
Entre las 13:00 y las 15:00 horas la Kriegsmarine se puso en contacto con varias unidades de la Luftwaffe solicitando cobertura aérea para los seis destructores, primero a la Seeluftstreitkräfte (Aviación Naval de la Luftwaffe) para que enviaran aviones de reconocimiento en la ruta por delante de los buques y la segunda al Jagdfliegerführer (Comando de Caza de la Seeluftstreitkräfte) con base en Wiesbaden, solicitándole escolta de caza para la tarde del día siguiente y para la siguiente mañana que era el momento calculado para el regreso. Ninguno de esas dos unidades de la Luftwaffe tenía comunicación con el X Fliegerkorps, por tanto no se enteraron de que en su ruta y a la misma hora habría una escuadrilla de destructores realizando otra misión.
A las 17:45 los aviones Heinkel He 111 del 4to Escuadrón del grupo KG26 en Neumünster se prepararon a despegar. Entre los aviones se encontraba el aparato 1H+IM al mando del Feldwebel Jäger con las órdenes de atacar cualquier barco enemigo que tuvieran a la vista en la costa británica en un sector al sur de Humber. El avión de Jäger puso rumbo al norte y cruzó la Isla de Sylt, al norte de Alemania, cambiando de rumbo hacia el oeste con curso a 241 grados para dirigirse a su zona de operaciones.
A las 19:00 horas los destructores entraron al canal Weg I de ingreso al área minada conocida como "Westwall" que protegía la costa. Siguiendo el curso de 300 grados, los destructores marchaban en una línea de a uno a través del canal libre de minas navegando a 25 nudos. A esa misma hora el avión de Jäger estaba dirigiéndose a la costa inglesa cuando descubrió una estela y al frente la sombra de una nave que pensó podía ser un mercante británico. En el mar, a las 19:15 los vigías del destructor Friedrich Eckoldt escucharon un avión aproximándose aunque no lo pudieron divisar. Pocos minutos después, el bombardero mediano bimotor de Jäger pasó a 500 metros de altura sobre la flotilla, pero llamó la atención de los marinos que no se identificara. El avión se alejó tal vez una milla y luego regresó sobrevolando la escuadrilla de destructores que mantenían el rumbo a 25 nudos, finalmente desapareció de la vista en la noche con buena luz de luna.
Minutos más tarde el avión regresó y el comandante de la flotilla ordenó reducir la velocidad a 17 nudos para no dejar la estela. Para entonces los marinos alemanes dudaban de la identidad del avión y comenzaron a pensar que se trataba de un avión enemigo, probablemente de patrulla y que estaba coordinando el ataque con otras naves de superficie o tal vez con otros aviones enemigos. Los comandantes de los destructores Richard Beitzen y Erich Koellner ordenaron abrir fuego con ametralladoras de 20 mm y el avión respondió el fuego. Uno de los artilleros del último destructor en la línea, el Max Schulz, reportó que se trataba de un avión alemán pues había distinguido la Cruz Gamada en el ala. Sin embargo el intercambio de fuego fue suficiente para que todos pensaran que se trataba de un avión enemigo. Por su parte Jäger también pensó que se trataba de una nave enemiga pues de lo contrario no habrían abierto fuego, por lo que había ordenado a sus artilleros responder el fuego. El avión volvió a desaparecer en la noche mientras todos los tripulantes de los destructores estaban en alerta, esperando un nuevo ataque.
A las 19:43 el Max Schulz, la última nave en la línea, informó por radio al comandante de la flotilla en el Friedrich Eckoldt, que habían detectado al avión acercándose a popa de la nave, saliendo de una negra nube que ocultaba la luna. Poco después Jäger lanzaba tres bombas de 50 Kg. Dos bombas cayeron en el agua detrás del Lebercht Maas, mientras los seis destructores disparaban al avión con todo lo que tenían, pero la tercera bomba le dio de lleno entre la cubierta de proa y la primera chimenea, parte de la tapa de regala voló tan alto como volaba el avión. El Lebercht Maas dio un salto, escoró y giró a estribor alejándose de la formación. El Lebercht Maas radió un mensaje pidiendo ayuda y los otros 5 destructores dieron media vuelta para auxiliarlo. No se veía fuego a bordo de la nave, pero disminuyó su velocidad hasta detenerse. El Friedrich Eckoldt se acercó al averiado destructor para auxiliarlo mientras se hacían los preparativos para el rescate.
Cerca de las 20:00 cuando el Friedrich Eckoldt se encontraba a 500 metros del Lebercht Maas, las ametralladoras AA de popa del navío herido de muerte comenzaron a disparar nuevamente. Jäger había girado para volver a poner su avión en curso de bombardeo. Dos nuevas explosiones ocurrieron en el Lebercht Maas, la primera bomba cayó al mar a popa de la nave y la segunda y tercera cayeron delante y detrás de la segunda chimenea. El barco se partió en dos y se hundió arrastrando a 330 tripulantes. Jäger niveló el avión para ponerlo rumbo a la costa inglesa y continuar con su misión, cuando observó las otras estelas dejadas por los destructores cuando dieron meda vuelta para socorrer al Lebercht Maas. Anotado el hundimiento Jäger volvió a girar para poner rumbo a la costa inglesa y observó las estelas de los otros barcos.
Los destructores se acercaron para socorrer a la tripulación lo más rápido posible, pues en esos momentos la temperatura del agua era de 3 grados, suficiente para matar a cualquier naufrago en minutos. Los destructores Erich Koellner, Friedrich Eckoldt y el Richard Beitzen habían ya lanzado los botes cuando se escuchó otra explosión. Los vigías del Richard Beitzen informaron sobre un nuevo ataque a otro destructor, pero nadie escuchó los motores de un avión. El Theodor Riedel que estaba a 1000 metros de la explosión se dirigió al lugar cuando del centro de operaciones del buque informaron la presencia de un submarino a estribor detectado con el sonar pasivo. Sonó la alarma en todos los destructores. El Theodor Riedel comenzó a rastrear al submarino y lanzó cuatro cargas de profundidad las que explotaron tan cerca del destructor que el sistema hidráulico del timón se descompuso, dejando al buque navegando en círculos hasta que lograron ponerlo en función manual con los controles mecánicos.
Los otros tres destructores continuaron rescatando a los náufragos cuando a la 20:09 los vigías de babor reportaron la presencia de un submarino. El jefe de la flotilla ordenó suspender el rescate y atacar al submarino para evitar se cazados uno por uno. Además del hundido Lebercht Maas, ahora el Max Schulz tampoco respondía las llamadas por radio. El caos cundió en la flotilla recibiendo informes del avistamiento de un periscopio cada minuto. Los nerviosos vigías comenzaron a informar sobre torpedos en curso de colisión y periscopios por todos lados incluso confundidos con los restos del naufragio. Al avanzar el Erich Koellner a toda máquina, hizo escorar el bote que remolcaba con los supervivientes y se volcó.
A las 20:36 el Comandante Berger ordenó cesar la búsqueda del submarino ante el temor de perder otra nave. Regresaron donde fueron hundidos los buques para subir a los náufragos en los botes, pero no encontraron a nadie con vida en el agua. En los 25 minutos que duró la búsqueda del submarino, la mayoría de los tripulantes habían muerto por hipotermia y ahogados.
El regreso a puerto fue trágico al sacarse la cuenta de los rescatados. Apenas 60 de los 330 tripulantes del Lebercht Maas habían sido rescatados. Ninguno de los 308 tripulantes del Max Schulz pudieron ser salvados.
Mientras los oficiales de los destructores que navegaban de regreso en el Mar del Norte no podían saber lo que en realidad había sucedido, los mandos navales del Marinegruppe West en Wilhelmshaven recibían contradictorios informes sobre el combate y poco a poco fueron desenredando la madeja que mostró la cruda realidad de lo que había pasado. A las 20:30 el Friedrich Eckoldt había informado que el Lebercht Maas había sido hundido por un bombardero. Media hora después recibieron el informe del hundimiento del Max Schulz, lo más probable debido al ataque de un submarino. Después de este informe ordenaron abortar la misión y regresar a puerto, mientras analizaban la situación. En el Estado Mayor del Marinegruppe West no podían pensar que se podía producir un ataque submarino en el canal de acceso al campo minado. Más bien concluyeron que los destructores podían haberse desviado del curso y entrado en el campo de minas, o chocado con alguna mina que invadió el canal de acceso, eso era factible porque la última inspección del canal no fue reciente, sino que fue hecho tres semanas antes.
A las 23:00 llegó un mensaje por teletipo del X Fliegerkorps en Hamburgo, dando cuenta del ataque de uno de los bombarderos a un barco de unas 3000 toneladas que navegaba con rumbo 300 grados a las 19:50 y que la nave había sido hundida en unas coordenadas que estaban a 50 millas de distancia del lugar en que fueron hundidos los destructores. Sin embargo la hora, el rumbo y el tamaño del buque parecían indicar que se trataba de los destructores Lebercht Maas y Max Schulz
Avanzada la noche, los aviones y los destructores llegaron a sus bases y se hizo evidente que lo que había sucedido, fue el ataque de un He 111 a los destructores de la Operación Wikinger. Durante el día fue enviada una patrullera al lugar del siniestro pero no encontró ningún superviviente, sino apenas algunos restos del naufragio.
Una comisión a bordo del Admiral Hipper investigó los hechos ocurridos la noche del 22 de febrero de 1940 y determinaron que ni la Kriegsmarine ni la Luftwaffe informaron a los miembros de las escuadrillas sobre las operaciones que se llevarían a cabo esa noche. El X Fliegerkorps envió por teletipo el mensaje avisando que la flotilla del KG26 realizaría operaciones de búsqueda e interdicción entre las 19:30 y las 00:00 horas, pero el Marinegruppe West no informó el hecho a los destructores, que en esos momentos estaban en camino. Sólo informaron de manera general a "todos los destructores del Mar del Norte" los datos meteorológicos y el comunicado sobre un bombardero británico que había sido derribado, pero nada sobre la operación de la Luftwaffe.
Una inspección del área por unidades barreminas mostró minas británicas que fueron sembradas entre los días 9 y 10 de febrero por la 20 Flotilla de Destructores británica. Eso dejó una duda sobre si el Lebercht Maass fue hundido por la segunda bomba que hizo blanco o si fue que chocó contra una de las minas británicas o una mina alemana.
El resultado final de la investigación del suceso determinó que hubo una inadecuada comunicación entre la Luftwaffe y la Kriegsmarine y por tanto se eximió a todos los oficiales de responsabilidad alguna en el incidente.
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